–No fue una pregunta, fue una orden
– le ordena a Dinora montar a zirra, mientras la mira muy seriamente y con
enfado. Dinora sin ganas y con cansancio intenta montar a Zirra quien se rehúsa
a ser montada y se aleja enfadada
– ¡Mira Dinora lo que haz
provocado! – grita enfadado Raizul
mientras ve como zirra se aleja y se dispone a levantar el vuelo.
– ¡Yo no hice nada! – Contesta
enfadada Dinora –Ella no quiere pelear y yo tampoco
– Bueno Dinora ¿Cuántas veces
tengo que repetírtelo?
– ¿Repetir me qué?
– ¡Que no tienes opción! ¡Que
Atalarrina nos matara a todos! – grita aún más enfadado, su rostro estaba del
color de un tomate y yo que solo quería regresar a jugar con mi hermano y a
saborear los deliciosos hotCakes de mamá – ¡Que desafortunadamente eres nuestra
única oportunidad!
Yo solo quería irme, tenía mucho
miedo y ahora Raizul estaba más que enfadado, tanto que golpeaba la pared y ya
se había sangrado los nudillos, Zirra ya se había ido y no veía manera de
hacerlos regresar, intente relajarme y ponerme en su lugar, todo su mundo
dependía de mí y mis dragones y yo no me sentía capaz de poder ayudarlos, me
sentía tan triste, tan impotente
–Eso no ayudara en nada –
expresaba Guilmot con tanta calma, que hasta me dio flojera solo de ver lo
caminar, ese enano, ese enano fue le culpable de todo, según él es mi protector
y no me ha protegido de nada, si desde un principio me hubiera explicado todo,
pero no, solo se dedicó a regañarme
–Tranquilo Raizul, yo hablare con
Dinora, todo estará bien – expreso con más calma aun Guilmot mientras miraba
con aire reprobador a Raizul, quien solo
lo miro enfadado y se fue gritando algo impronunciable.
Yo lo mire con fastidio y me
dispuse a largarme de ese lugar, no estaba dispuesta a escuchar su voz
dormilona y sus sermones aburridos
–Dinora espera
– ¿Qué quieres? ¡No peleare por
ningún motivo!
–No te estoy pidiendo que pelees,
ni que entrenes si quiera, solo te pido que llames a Zirra y convivas un poco
con ella, quizás algo de juego la relaje – me pido con calma y rostro benevolentes, como si me
comprendiera, pero yo no iba a caer en su truco –Mira Dinora – empezó a hablar,
ya sabía lo que venía un sermón de dos horas o más, peor que los de mi madre y
no estaba dispuesta a eso, así que decidí aceptar, era eso o escuchar su
aburrida y nefasta voz.
–Está bien, está bien – le dije
con fastidio – hare llamar a Zirra
–Debes de hacerlo de buen modo y
estar alegre sino no vendrá
– ¿De buen modo? ¿Alegre? Si claro estoy contentísima – espete en modo
sarcástico, este enano está más loco que una cabra
–Vamos intenta relajarte y pensar
en algo agradable, yo sé que…
–sí, sí, lo haré – lo interrumpí antes que empezara con sus
cosas, me senté en el piso e intente
relajarme después de un tiempo de recordar todos los momentos agradables con
Saúl, con Delia, con mamá, logre sentirme mejor y entonces la recordé a ella, a
esa preciosa Dragona, Zirra.
Mientras pensaba en ella, sentí
el viento en mi rostro que me golpeaba con fuerza y entonces supe que era ella, Zirra había llegado, ahora que me esperaba en serio Guilmot pretendía que con
jugar con ella podríamos lograr algo, los nervios se apoderaron de mi, recordé
lo que me esperaba en ese mundo, luchar con Atala…
–¡Auch! – cuando abrí los ojos estaba rodando
sobre la arena de entrenamiento y tenía su hocico en mi estómago empujándome
–Calma, más despacio – le dije a
Zirra mientras acariciaba su hocico y entonces se calmo, intente ponerme de pie
sacudiéndome la arena y estirándome un poco.
–Te dije que saldría bien ¿ya
confiaras en mí? – me interrogo Guilmot, irguiéndose como pavo real,
presuntuoso con aires de grandeza, intentando realzar su pequeño tamaño.
Entre juegos y risas después de
un tiempo, sin querer y sin planearlo monte a zirra, me sentía tan cómoda con
ella, no tanto como con Racon, pero me sentía segura también y ella era una
experta en vuelo, aunque en definitiva yo no, caí un par de veces pero no fue
nada grave, estábamos pasando un rato agradable lejos del amargado de Raizul,
cuando al caer por tercera vez escuche su amargada y mandona voz
– ¡Vaya, vaya! – grito Raizul mientras aplaudía
y entrababa al área de entrenamiento lentamente, mirándome de manera despectiva
y al mismo tiempo burlándose de mis fallas, tan solo de verlo me sentí desanimada, tan bien que la estaba pasando con Zirra y ahora había llegado el
aguafiestas, gritón e intento de entrenador.
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