martes, 8 de marzo de 2016

La maldición de la familia Burr (5)

Sintió su cuerpo muy frío, intento abrir los ojos pero no podía, intentó mover sus brazos y fue inútil, Sofía comenzaba a desesperarse,  lo último que recordaba era seguir a un tipo muy sospechoso en la tienda de la gasolinera y después de ver las joyas de su madre, sentir una profunda tristeza, pero al mismo tiempo una esperanza, alguien se había llevado a su madre, probablemente la habían asaltado, lo curiosos del asunto era que habían dejado las joyas ahí, quizás alguien quería que ella las viera, intencionalmente, probablemente ella era el objetivo real y su madre había sido usada como carnada, eso pensaba Sofía, mientras nuevamente intentaba en vano moverse, sentía mucho frío, la superficie en la que estaba se sentía helada y húmeda y  por más que intentaba moverse no lo lograba.

Alcanzó a escuchar algunos sonidos en un dialecto que no lograba entender, se escuchaba un poco lejos, nuevamente intentó moverse pero esta vez sólo logró empeorar las cosas, escucho como su brazo trono al intentar levantarlo y después de eso el dolor fue insoportable, ahora además de no poder moverse en lo absoluto, probablemente se había fracturado el brazo, le dolía demasiado y ni siquiera tenía la voluntad para intentar moverlo.

Sofía decidió que lo mejor que podía hacer era pedir a Dios que la ayudara, como  le había enseñado su madre desde que era una pequeña niñita, esos recuerdos la ayudaron a sentirse mejor y a tomar fuerzas de donde no las tenía, aunque su brazo no deja de dolerle ya no sufría, no sabía por qué pero sentía una esperanza, se sentía a salvo, quizás eso era la Fe de la que tanto le hablaba su madre cuando era niña.

Instantes después cuando respiraba con calma intentando sentirse mejor, escucho una explosión y varios disparos, que cada vez se escuchaban más cerca, de repente sintió como todo comenzaba a vibrar, como si de un terremoto o algo parecido se tratara, después sintió como alguien la tomaba de la espalda    y  las piernas, después sintió mucho calor y poco a poco empezó a poder mover sus pies y un ligero aire cálido que se filtraba por sus pantalones, estaban húmedos y el aire cálido comenzaba a secarlos, pero aun no podía abrir los ojos, ni mover sus brazos.

A pesar de que debería sentir miedo, ya que no sabía quien la cargaba, ni en donde estaba y aun no podía ver absolutamente nada, sentía que estaba en movimiento, pero no tenía ni la más remota idea de en donde estaba, aun así se sentía a salvo, protegida, tanto como cuando era una pequeñita en los brazos de su madre. De repente el movimiento y el aire se detuvieron y sintió como la dejaban sobre alguna silla o superficie similar y quien la había cargado la soltaba, quiera mover sus brazos, pero tenía miedo de volverse a lastimar, de repente le llego un pensamiento que extrañamente la tranquilizo, como si alguien le hablara a través de su mente y la invitaba a moverse, movió el brazo que  no estaba lastimado y lo acerco a su rostro comenzó a sentir como tenía hielo que se derretía.


Poco a poco abrió los ojos y aunque  no lograba enfocar del todo y su visión era borrosa, logro distinguir a alguien o algo que la miraba, parecía un ángel, pensó al ver su rostro, no lo conocía, pero al enfocarse en su mirada sintió tanta paz, su piel era demasiado blanca, muy pálida y su cabello era rubio y rizado, después bajo su mirada para ver su cuerpo, estaba muy musculoso y muy guapo, Sofía pensó que estaba soñando y pellizco su pierna, no era un sueño, pensó y se fijó en los hombros del hombre que tenía en frente y la miraba fijamente, después vio unas alas atrás y comenzó a gritar, intento levantarse de donde fuera que estaba sentada, pero sus piernas no le respondieron, sintió como todo le daba vueltas y  se desvaneció. 

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