lunes, 25 de enero de 2016

La maldición de la familia Burr (2)

 El dolor de cabeza era insoportable, como si fuera a explotar le en ese mismo instante, se tocó la sien con el índice y el dedo medio y sintió algo húmedo y viscoso, como pudo entreabrió un ojo y pudo ver sangre, intentó incorporarse, pero no pudo.

Debora Burr estaba completamente desconcertada, lo único que recordaba era haber ido al baño de una gasolinera cuando regresaba con su esposo del trabajo, acaso alguien la habría atacado se preguntaba intentando recordar algo más, pero todos sus esfuerzos eran en vano.
Intento nuevamente incorporarse y entonces escuchó una voz muy cerca de ella, pero no lograba entender lo que le decía, intentó abrir los ojos  en repetidas ocasiones, cuando lo logro no le fue posible distinguir nada, había una niebla tan espesa, de repente comenzó a escuchar esa voz que aún no lograba reconocer, hablaba en un idioma muy extraño.

Debora intentó quitar la niebla con sus manos y nuevamente intentó incorporarse mientras la voz cada vez se escuchaba menos hasta que dejó de escucharse por completo, después de varios intentos Debora logra ponerse en pie y al despejar por completo la niebla siente algo húmedo cerca de su nariz, cuando logra distinguirlo no puede creer lo que ve y se desvanece de inmediato, cayendo nuevamente al piso y perdiendo la conciencia.

Cuando vuelve a abrir los ojos se encuentra cara a cara con una especie de animal, parecido a un venado pero que le hablaba perfectamente y trataba de tranquilizarla. Debora a pesar de entender con exactitud lo que el animal le decía no lograba comprender lo que estaba pasando y se alteraba cada vez más.
– ¡Tranquila, tranquila! – Gritaba el animal y Debora solo gritaba e intentaba zafarse de la pata que tenía sobre su pecho – ¡No se mueva para ese lado! ¡Por favor! – Gritaba el animal desesperado – puede caerse ­–  dijo  intentando alejarse un poco con la esperanza de que la mujer se tranquilizara.
Debora miro a su lado izquierdo y vio que efectivamente si se movía unos centímetros más caería a un precipicio del cual sin lugar a dudas no saldría con vida.   Entonces decidió que lo mejor sería tranquilizarse un poco y tratar de comprender lo que estaba pasando.
–Está bien, está bien, está bien – repetía Debora en voz alta tratando de tranquilizarse, intentando crear en su mente una explicación lógica y razonable sobre el venado parlanchín que tenía enfrente. Cuando logra permanecer tranquila haciéndose creer a si misma que tan solo estaba en un sueño y que pronto despertaría, tan solo se trataba de una pesadilla, había tenido un día muy estresante en el trabajo, eso era todo.

Cuando Debora logra tranquilizarse y ponerse en pie, mira a su alrededor y no encuentra al venado por ningún lado, camina un poco hacia a la izquierda, después se mueve a la derecha, agachándose un poco y buscando entre las ramas de los árboles y detrás de algunas piedras intentando encontrar lo, al no lograrlo se siente reconfortada, si fue un sueño, tan solo un sueño, se repetía constantemente con la certeza de que todo estaría bien, pero ahora no sabía en donde estaba, por lo que decide caminar en busca de ayuda.

Mientras camina en busca de alguien que le pueda decir en donde está, comienza a darse cuenta de lo
 hermoso que es ese lugar,  vasto de flores de todos los colores y tamaños, rodeada de árboles frutales y por si fuera poco en completo silencio, como a ella le gusta, es justo el lugar con el que había soñado durante tantos años, no es que no ame a sus cinco hijas y a su esposo, pero estar todo el día con ellos, a veces es peor que estar en un manicomio.

Entre más avanza en este lugar, más se da cuenta que terminar en ese lugar fue lo mejor que le pudo haber pasado, después de haber caminado tranquilamente, a paso relajado por un corto tiempo, llega hasta un lago que tiene cerca una banca, justo como lo había soñado, no lo puede creer, tan solo falta que aparezca una pequeña cabaña  y seria el lugar perfecto para desaparecerse por un buen tiempo y alejarse de las quejas, gritos, chillidos y reclamos de sus hijas y su esposo.

Se sienta un momento en la banca disfrutando la suave brisa y el silencio, cierra los ojos esperando que al abrir los vea exactamente el mismo lugar, pero al abrir los ojos y ponerse de pie ve a lo lejos lo que parece ser una pequeña cabaña, sale corriendo en dirección a esta y efectivamente ahí está, no puede creerlo, sus sueños se están volviendo realidad, ya solo falta que se gane la lotería.


Debora cierra los ojos mientras  grita emocionada, cuando de repente al abrir los todo se torna gris obscuro y siente algo pesado en su hombre, mira ligeramente sin girar la cabeza y logra distinguir una pezuña antes de desmayarse.  

[Capítulo 3]

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tus comentarios son muy importantes para mi, siéntete libre de expresar los