viernes, 13 de febrero de 2015

Dinora y Racon(5)

Desperté empapada en sudor, olía peor que mis compañeros de clase en la preparatoria después de la clase de educación física. Me pare de la cama como pude, me dolían demasiado las piernas, apenas apoye el pie derecho en el piso, sentí un dolor horrible, no lo había notado, mi tobillo parecía el de un elefante y casi no podía apoyarlo.
Entonces recordé todo, otra vez había estado en ese lugar con dragones y el enano ese, el tal Guilmont.
–Hija ya se te hizo tarde, hoy tienes examen de física – No podía ser, lo había olvidado, no había estudiado nada y la bruja esa de física me trae en jaque desde el inicio de semestre
 –y abrígate bien, estamos a 8 bajo cero y está nevando, te llevará tu papá.

Vaya, vaya, está nevando y yo amanezco empapada en sudor, me bañe y arregle rápidamente, al bajar mi madre me dio un licuado, me lo tomé sin saborearlo siquiera y salí corriendo directo al coche. En el camino, fui recordando todo lo que había pasado en la noche, la había visto, por fin la había conocido, era una bruja, una arpía, la peor persona que había conocido, esa tal Atalarrina.

Guilmont menciono que la primera vez que la conocí fue cuando tenía 2 años, que había intentado matarme y que Racon me había rescatado, después de esa ocasión no la había vuelto a ver, supuestamente había estado encarcelada bajo el cuidado del rey de Karzanok, pero que sus secuaces se las habían ingeniado para secuestrar al Rey y así permitirle escapar. Ahora la ciudad corría un grave peligro bajo las garras de esa arpía y sus dragones y la única esperanza recaía en mí y mis dragones. Aun no lograba entender cómo ni por qué, al parecer tenía que ver con un pacto que había hecho mi abuelo hace muchos años y que vino a recaer en mí.

Se supone que ahora tenía que entrenar y entrenar a mis dragones también, pero como iba a hacerlo si no conocía nada acerca de los dragones. Según Guilmont yo sabía demasiado, tan solo tenía que recordarlo y eso comenzaría a suceder cuando cumpla los 19 años, pero para eso aún faltaba bastante, estábamos a principios de diciembre y mi cumpleaños es hasta agosto, durante todo ese tiempo que se supone que deba hacer, sobrevivir.

–Dinora, hija, reacciona – dijo mi padre mientras me movía por los hombros y me miraba consternado – ya llegamos a la universidad, anda corre al salón, llegaras tarde al examen de física, más bien ya vas tarde
– sí, sí, si – contesté e intente regresar a la realidad, pero ya no me era tan fácil, ese nuevo mundo ahora ocupaba todos mis pensamientos.
– ¿Qué te preocupa hija? – Dijo mi padre muy afligido – últimamente actúas de una forma muy extraña, parecería que vives en otro mundo – y en efecto así es, pensé
 –Nada, papá, tan solo he estado un poco cansada, todo estará bien – Baje del auto y fui corriendo a la clase de física, afortunadamente la bruja aun no había llegado, entre al salón y me senté en el último banco.
Margarita, así se llama la bruja de física, entró al salón con los exámenes en la mano, se le veía muy cansada y lo primero que hizo fue mirarme con un odio que hasta miedo me dio. No quise sugestionarme, pero su mirada era la misma que la de Atalarrina, la misma maldad, la misma frialdad, su mirada solo reflejaba odio, era algo muy extraño como si de la misma Atalarrina se tratara. Cerré los ojos intente respirar profundo y concentrarme en lo que estaba haciendo, cuando los abrí, Delia me estaba entregando el examen –¿Qué onda contigo? Parece que viste un muerto – dijo Delia mientras soltaba el examen. –No estudie – dije mientras aun daba vueltas en mi cabeza la gran similitud entre las dos brujas que hacían de mi vida un martirio.
– Yo tampoco, pero no te preocupes, si pesco algo adelante te lo pasó.
En el examen me fue peor de lo que esperaba y no solo porque no hubiera estudiado, era diferente al del resto del grupo. Delia intento pasármelo pero su intento fue en vano, aun así logró ayudarme con algunos problemas y yo pude resolver otros, pero deje más de la mitad sin contestar.

Al sonar el timbre la bruja me arrebato el examen, lo miro y se rió malévolamente como siempre lo hacía. No podía ser, de seguro aprobaría física y no había otro maestro que diera esa materia
– ¡Anímate! – exclamó Delia mientras intentaba colocar mi mochila en los hombros – mira quien te está esperando Y ahí estaba Saúl esperándome en la puerta del salón, se le veía muy contento y al parecer algo escondía. Salí corriendo a abrazarlo, un abrazo era justo lo que necesitaba en ese momento, bueno y pasar física y unos zapatos nuevos y… Realmente lo único que necesitaba era que me devolvieran mi vida, como lo era antes ¿Acaso es mucho pedir vivir en un solo mundo y ya? 
– ¿Sabes que día es hoy? – preguntó Saúl con una sonrisa de oreja – Mañana 3 de diciembre deben entregar el proyecto final con todos los ejercicios que vimos durante el semestre – No podía ser, lo había olvidado, ni siquiera se en que día vivo, hoy cumplo meses con Saúl.
En ese momento Saúl me entrega un ramo de rosas blancas, mis favoritas – Muchas Gracias Saúl – le contesto mientras me lanzo hacia el
 –¿Cuál Saúl? ¿Qué te pasa Dinora? ¿Por qué me besas? – ¿y Saúl? ¿En dónde está Saúl? – pregunto desconcertada, enfrente de mi estaba un cuerazo de hombre con una armadura, mire hacia la izquierda y ya no había ningún salón de clases. ¡Allá vamos otra vez cambio de mundo! Pensé mientras me percataba de que en mis manos tenía una espada en vez de un ramo de rosas.
– Mi nombre es Raizul y comenzaremos tu entrenamiento ahora mismo – ¿entrenamiento? Estaba en clase de física – supongo que sí, ya sabes cómo es esto, concéntrate ya estás aquí – y después tenia clase de educación física – pero como eres necia, lo bueno es que ya falta poco para que te quedes aquí todo el tiempo
–¿Qué dijiste? ¿Qué me quede aquí todo el tiempo?


[Capítulo 6]

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