viernes, 13 de febrero de 2015

Dinora y Racon(6)



–¿No lo sabias niña?
– No soy una niña – exprese con enfado.  Ya era demasiado para mí, tantas veces cambiar de mundo ¿Cambiar de mundo? Pensé, eso no es posible  y ahora este cuerazo de hombre con armadura me sale con la bobada de que me voy a quedar aquí para siempre.  ¿Saúl? ¿Mis padres?  ¿Qué pasará con ellos? Pensé mientras intentaba respirar con calma para tranquilizarme.

– ¡Reacciona, Reacciona! – Expreso el cuerazo con armadura enfatizando cada sílaba – Vamos Dinora tienes que empezar tu entrenamiento o será el fin de Karzanok, todos los habitantes contamos contigo, Racon y sus hijos.
–¿Hijos de Racon? ¿El dragón azul es hijo de Racon entonces?
–En efecto, por cierto se llama Remur. No te vendría nada mal que memorizaras sus nombres y te fueras familiarizando con ellos, en fin, en unos cuantos meses recordarás todo.
– Ahora que recuerdo yo estaba con Saúl mi novio, necesito regresar a la vida real a verlo.
– olvídalo, comenzaremos tu entrenamiento ahora  – dijo Raizul mientras acomodaba un montón de paja – lo primero será que aprendas a caer   ¿No querrás romperte la cabeza o los huesos en un santiamén?
–¿Romperme la cabeza? ¿Qué es esto? Necesito regresar a la vida real ya – dije mientras toleraba un dolor de cabeza espantoso.
–¿Cuándo será el día que dejes de oponer resistencia a tu misión por derecho divino? – dijo Raizul mientras me tomaba del brazo – el tiempo apremia, comenzare a la mala – dijo raizul y cuando acordé tenía un dolor espantoso en el estómago y me quedaba sin aire, estaba en el suelo cubierta de paja y mi cabeza estaba a punto de estallar.
–¿Qué te pasa? ¿Qué demonios haz hecho? – el olor a estiércol era insoportable
–Tendrás que fortalecerte pronto y cada vez nos queda menos tiempo – me dio la mano para que me levantara – concéntrate en lo que voy a decir es muy importante que aprendas a caer.

Después de dos horas de caer y volver caer, un montón de moretones y oler casi a muerto, Raizal sonrió y me dio las gracias haciendo una reverencia.
–Espero que para que tu próximo entrenamiento estés mas despabilada, por cierto será a la misma hora – se despidió, corrió entre el bosque y en un instante lo perdí de vista. 

Intente meter las manos en mi bolsillo para sacar el celular, tenía que apuntar la hora para estar lista, así podría controlar mejor estos impertinentes cambios de mundo, pero no tenía celular, lo había perdido y no solo eso tampoco tenía bolsillos, no lo había notada, tenía esa ropa extraña.

Como quisiera que se me apareciera el hada madrina, la bella genio o Aladino en su lámpara maravillosa o quien pudiera concederme un simple deseo, prometo nunca más volver a pedir algo mas o a renegar o a desobedecer a mis padres o a mis maestros. Solo quiero una vida normal.
Espere sentada por más de media hora y no pasaba nada, en ese momento recordé al enano, al pequeño Guilmot, de seguro el me ayudaría a regresar, tan solo tenía que encontrarlo. Decidida a encontrarlo camine por más de una hora, mis pies ya no aguantaban más, esto era peor que las clases de montañismo, las botas estaban tan blandas que las piedras se me encajaban en las plantas de los pies.  

[Capítulo 7]

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