Y ahí estaba el, decepcionado, no
sabía cómo había ocurrido, se había ido, lo había dejado. Conocía tanto y tan
poco de ella, aún tenía el aroma de su cuerpo impregnado. Todos lo sabían, se
lo habían dicho y él no lo había creído. Lo había estado engañando por mucho
tiempo y el seguía ahí dando su vida por ella, seguía creyendo en ella, a pesar
de que lo había dejado, él sabía que lo amaba con todo su corazón.
Aun recordaba el día que la había
conocido, dese ese momento supo que algo extraño había en ella, su voz, su
manera de caminar, su forma de vestir, no se parecía en nada a las demás
chicas. Se veía tan inocente, tan tierna y sobre todo tan guapa, tan solo
mirarla, el había quedado hechizado.
-¡Hola, soy Marbella! – le sonrió
inocentemente y se soltó el cabello, él se quedó mudo tan solo contemplando su
belleza. -¿Cómo te llamas chico? ¿Acaso no hablas tú? – le pregunto acercando
su rostro al de él.
-Román – contesto el tímidamente
y ella se subió a su motocicleta y se fue sin decir nada más.
A partir de ese momento no dejo
de pensar en ella, cada vez que la veía, la única en hablar era ella, hasta un
día que, sin decir nada más le pidió que
fuera su novia.
Marbella se quedó muda igual que
él, dos mudos que tan solo se miraban fijamente en la calle Bermo de la pequeña
ciudad de Rayoc.
Fueron la burla de todos por
algunos meses, un chico menor que ellos, que asistía a la misma escuela lo había
visto todo, no tardó mucho en que la noticia se divulgara. Los mudos raros les
decían en toda la ciudad. Rayoc era una ciudad de apenas 100 habitantes, todos
se conocían y se ayudaban entre ellos, excepto a la familia Kastar, la familia
de Marbella, desde que llegaron los habían exiliado, su casa estaba a las
orillas de la ciudad y no tenían vecinos. Cuando llegaron Marbella tenía apenas
un año y era la menor de 5 hermanos.
Creció con la única compañía de
sus hermanos y sus padres. Ir a la escuela era un suplicio, pero aun así sus
padres la obligaban, “no vas a hacer amigos, Vas a aprender” le repetían constantemente.
Hasta que conoció a Román, a sus
17 años, quien acaba de llegar a la ciudad y aun no sabía la fama que tenían ella y su familia. Se habían
enamorado perdidamente uno del otro. A Román no le importaba lo que su familia
y toda la ciudad le decía. Todos los días esperaba que su familia se durmiera
para escaparse a casa de Marbella, aunque en un principio los Kastar no lo
querían cerca de Marbella, con el tiempo se ganó el respeto de la familia y le
permitían pasar la noche en su casa.
Tres años habían pasado desde el
momento en que Marbella y Román se habían quedado mudos, tan solo viéndose
directamente a los ojos.
Cuando un día sin decir palabra
alguna, Marbella había desaparecido, al igual que toda su familia.
Todos en Rayoc se lo recordaban, “es
una bruja y toda su familia también”, “te engaño todo este tiempo”, solo te uso
y ahora irán a otra ciudad a hacer lo mismo,
le decían a diario burlándose de su desgracia. Pero Román estaba seguro
que no era así, nunca había visto nada extraño en casa de los Kastar, eran una
familia común y lo habían tratado más que bien.
Él sabía que Marbella lo seguía amando y que algo malo le había pasado,
ella y su familia estaban en peligro y él no sabía qué hacer para rescatarla y
tenerla de vuelta.
[capítulo 2]
[capítulo 2]
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